Sección: ARQUITECTURA
Serie: ---
Título:
Museo
Autor: Manuel Carreño Araya
e-mail: info@espacioluke.com

nº 30 - Julio/Agosto

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Desde que llegué a España no podía dejar de pensar cuando visitaría por fin Bilbao y enfrentarme al artefacto que más me ha fascinado desde que supe de su existencia en la revista de moda, hace tiempo; el famoso Guggemhein. También me vinieron a la mente las eternas conversaciones con amigos y profesores, con opiniones tan diversas que nos llevaban a preguntarnos ¿qué diablos es una obra de arquitectura? , Y por supuesto nunca llegamos a una respuesta satisfactoria.

No pude evitar aferrarme a la poética e inocente definición, de un viejo arquitecto que sé hacia llamar Lecorbusier, como “La arquitectura es El hermoso juego de los volúmenes bajo la luz” Simple, pero amplia definición, que hoy en día, quizás nos permite enfrentamos a obras como las de Ghery. Un amigo me argumenta que esta “escultura” no podía ser comparada a las grandes obras de la antigüedad, las catedrales góticas y los grandes palacios reales que hoy sirven como museo y que a pesar de su gran suntuosidad, no logran “interferir” entre la obra expuesta y el espectador ( Cómo se supone que lo hace la obra de Ghery), pero ¿hoy podemos decir que en las obras de la antigüedad se podía admirar el arte sin interferencias?, Como si el contexto pudiese dejar de existir. Estar dentro de un palacio o un gran templo obviamente nos cambia la percepción espacial. Incluso factores como la temperatura o la humedad son completamente distintas a un espacio reducido, plano, curvo o exterior. Además los observadores eran un pequeño grupo de privilegiados quienes encargaban las obras para su propio placer.

Si hablamos del alto costo de este tipo de edificaciones, pensemos ¿somos capaces hoy en día de cuantificar el costo real en dinero, tiempo y en vidas humanas que cada uno de los ejemplos antes mencionados tuvo en su época? Por otro lado me viene a la mente una obra que causo gran malestar y enconadas criticas sobre su autor y lo que representaba. París, año 1889, una enorme torre comenzaba a rasgar el cielo sobre la ciudad luz, que arrastraba detrás de sí una modernidad que irrumpía con explosiva violencia, marcando no solo un hito urbano, si no uno más trascendental, como el gran hito de la modernidad y la revolución definitiva de las maquinas. Hoy en día es el máximo símbolo de un país. Y sin ir mas lejos, basta recordar las ácidas critica y las burlas que tuvo en su tiempo la Pedrera o la misma Sagrada Familia de Gaudí.

¿En que coincide todo esto con nuestro vapuleado Guggemhein? , Que se nos presenta como producto de marketing, confuso, provocador, contradictorio, arrogante, extrovertido, llamativo, aventurero, “clonico”, etc. …. Si tuviésemos que representar al estereotipo del hombre que domina el siglo XXI, esas mismas palabras nos serian bastante útiles

En el futuro esta y otras obras nos servirán para interpretar los tiempos que vivimos y serán los encargados de hablarnos de lo que hoy vivimos o simplemente, como un medio que ayudo a expandir nuestra mente que no esta tan abierta como vaticinaron los revolucionarios de principios de siglo XX.

Me quedo con la impresión de que este tipo de arquitectura es como la gran serpiente que trata de quitarse la carga estética y busca en ese movimiento un camino que nos lleve por fin a las nuevas formas que tendrá un futuro que sigue siendo tan incierto y enigmático como observar por primera vez un museo llamado Guggemhein.

Manuel Carreño Araya
Estudiante de Arquitectura , Itinerario de Viaje.
Chile 2002