Sección: ARTE
Serie: Emergentes
Título:
Think different
Autor: Inés Matute
e-mail: ines@espacioluke.com

nº 24 - Enero

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La galería británica Eyestorm inauguró hace un mes una exposición del artista Damien Hirst, atípico personaje que de un tiempo a esta parte goza de gran prestigio entre los expertos gracias a lo polémico de sus obras, obras que, o bien son un muestrario de parafernalia médica (jeringas, máscaras, envases de medicamentos) o bien un tributo al mal gusto y al morbo (animales muertos conservados en bidones de formaldehído que los críticos interpretan como una “fascinante exploración de la mortalidad). Ignoro la alta motivación conceptual de su última exposición, pero esta vez los asistentes se deleitaron con una instalación compuesta por diversas copas de vino, tazas sucias, diarios desarticulados y algún que otro caramelo en dudoso estado. Por desgracia para él, el personal de limpieza, sin duda mucho más elemental en sus juicios que esa élite que no duda un segundo entre lo que es arte y lo que es basura, barrió literalmente la instalación tras el vernissage inaugural.

Tracey Emin, otra seguidora de la escuela del desconcierto – según los críticos la suya es una obra con un poso autobiográfico potente- tuvo la osadía de meter su propia cama en la mismísima Tate Gallery. Dicha instalación fue todo un muestrario de colillas, condones usados y ositos de peluche naufragando en un revoltillo de sábanas y bragas sanguinolentas. ¿Arte? De permanecer en la Tate el tiempo suficiente para que periodistas y críticos se ocupen de ella, lo será. Los seguidores de Mc Luhan sin duda dirían que “si algo funciona es que ya está obsoleto”. Personalmente opino que la obra de esta controvertida artista no es otra cosa que realismo neurótico trufado de mal gusto y salpimentado de grandes dosis de exhibicionismo. Ella lo define como arte confesional.

“There should be something revelatory about art. It should be totally creative and open doors for new thoughts and experiences. The other day I hated my art so much I wanted to smash it, like you abuse a faithful lover. I couldn't have sex with someone who didn't think was a good artist”

Si Emin y Hirst son una buena muestra del cutting edge de la vanguardia inglesa contemporánea, echemos un vistazo a lo que ocurre en el mundillo artístico nacional.

En cierta ocasión, hace ya un par de años, decidimos presentar la obra de algunos de nuestros artistas a un importante concurso local. Las bases estaban claras, los formatos de las obras a valorar bien definidos, los expedientes de los pintores - listado de premios, exposiciones individuales y colectivas de relevancia, dossieres fotográficos - listos en un cartapacio adjunto. Mientras cumplimentábamos las hojas de inscripción, quiso el destino que un pastor apareciese por el lugar en el que tenían lugar dichos trámites. El buen hombre, que no acababa de encajar en un entorno tan relamido, preguntó a la encargada cuál era la profundidad máxima de las obras en selección. Tan sorprendida como todos los allí presentes, la encargada hubo de recurrir al buen criterio de la concejala de cultura.

“La profundidad de las obras no está acotada”

Visiblemente satisfecho de la respuesta, nuestro Adán se perdió en la trasera de su camioneta. Cuál no sería nuestro estupor al comprobar que segundos más tarde reaparecía en escena con el cadáver de una oveja, para nuestro espanto en avanzado estado de descomposición, metido en una urna. Por aquello de no dejarle todo al azar, aquel artista - ¿hiperrealista?- había decorado algunas partes de la oveja con un paño escocés color rojo, ignoramos si para concretar el origen highlander del animal o quizás interesado en darle una nota de color a su peculiar naturaleza muerta.

Imagino que Beuys hubiera encontrado la obra presentada por el infeliz perfectamente válida, y que tal vez incluso la hubiera premiado tal y como se premian las obras de Emin y Hirst de un tiempo a esta parte. Yo, que a veces tiendo a ser más práctica que conceptual, sólo ruego a Dios que le conserve las ovejas muchos años.