Sección: OPINION
Serie: Desde dentro
Título:
Cultura
Autor: Mari Carmen Imedio
e-mail: imedio@espacioluke.com

nº 24 - Enero

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En un vagón de metro leí hace poco una pintada que decía “Fútbol 1 - Cultura 0. ¿Quién gana?”. Esta pregunta enfrenta al fútbol con la cultura y viste al primero de ganador. Refleja la concepción del mundo como una sucesión de batallas, con vencedores y vencidos. Y demuestra que hay quien se cuestiona si apoyar al fútbol o a la cultura.

Pero la cultura auténtica, que no tiene por qué ser la que existe hoy, es ejercicio mental, crítica, comentario, análisis, conjetura, diversidad. El pasado mes de septiembre Francisco Umbral escribió en El Mundo que “Para lo que sirve la cultura, entre otras cosas, es para disolver estos escollos o grumos de ignorancia que a veces se forman en una raza, una ciudad, una tribu, etc. (…) Cultura es dispersión, maleabilidad, sorpresa, novedad, tradición puesta al día y predisposición al error”.

Sin embargo, la sección de Cultura de El Mundo dedicó el 5 de diciembre de 2001 casi media página a desarrollar el titular “Tom Cruise se confiesa y habla por primera vez sobre Penélope Cruz”. La única alusión que hacía el texto al trabajo del actor era referirse a él como “el protagonista de Nacido el 4 de julio”; el resto del artículo podría haber aparecido tanto en este periódico como en la llamada “prensa del corazón”. La primera conclusión que extraigo de ello es que la cultura del citado diario y la de ese tipo de prensa tienen el mismo color. El siguiente paso, que los lectores de un noticiario y los de una “revista rosa” ahora no se diferencian, ya empiezan a tener los mismos intereses. Por algo Ignacio Ramonet escribe en Marcos. La dignidad rebelde que “entre los obstáculos que encuentra la mundialización en su proyecto de imponerse en todo el planeta, está la cultura”; porque entiendo que la mundialización o globalización implica, entre otros, el predominio del dinero como criterio y factor decisivo.

Cuando el fútbol y la cultura jueguen un partido, saldrá perdiendo la cultura. Al menos, hasta que ambos sean de verdad lo que son, no algo que sólo se compra y se vende. La cultura es un proceso, una búsqueda, una evolución personal; es una forma de hacer las cosas. Para mercancías ya tenemos el fútbol, que viste con uniformes a sus equipos y vive gracias a los miles de millones de pesetas o miles de euros de los numerosos partidarios fanáticos que entregan su ilusión semanal en los pies de jugadores profesionales y en las manos de los dirigentes de clubes. La cultura no es el negocio por el negocio, ni consiste en que alguien vea cómo su equipo pierde y gaste luego sus energías lamentándose porque los suyos no han aplastado al contrario; la cultura anima a participar, a idear nuevos modos de contemplar y de sentir la realidad.

En la presentación de El año de la victoria, de Eduardo de Guzmán, alguien contaba que hace veinte o veintidós años, en tiempos de democracia, de Guzmán publicó una obra sobre la República que Planeta comercializó añadiéndole al libro una franja para tapar la bandera republicana de la foto de la portada. Editar ese libro fue una acción cultural; ponerle la franja, no. Cultura y dogmatismo no se llevan bien; por eso creo que el fútbol y la cultura nunca serán buenos amigos.