LA LITERATURA VASCA AL FINAL DEL MILENIO
(PARTE I)

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jon kortazar

Y de ese comentario no escapa el hecho cierto de que al estabilizarse un sistema literario, y un sistema literario condensado, algunos de sus componentes queda en precario. El sistema literario vasco cuenta con una amplia red de referencias literarias, con facilidad para que funcione el boca a boca, para que el público tenga noticia de las novedades, pero siempre se dijo que la crítica literaria era su punto débil.

Con el paso del tiempo, sin embargo, parece que en los cuatro elementos del sistema literario, es decir creación, edición, reflexión (crítica literaria) y lección, es este último el que presenta, tal como pasa en el mundo occidental, el punto más débil de la cadena: No se sabe muy bien dónde se encuentran los lectores vascos, si se excluyen a los lectores cautivos de la escuela, dónde los lectores adultos, dónde los que se acercan a las librerías...

Pero es ya hora de que nos acerquemos a la segunda acepción del término “explicación histórica”.

La novela histórica está teniendo un éxito regular en la literatura vasca. Existe, existió también en el origen, una novela histórica legendaria, como la que ha dado a luz Edorta Jiménez, a veces es observable en la obra de Aingeru Epalza, en algún cuento que otro. También en la obra sobre el ciclo carlista en Joan Mari Irigoien.

Pero es más importante la novela sobre la violencia política, por otro nombre ETA. No aparece sólo en la obra de Bernardo Atxaga, sino que el tema del regreso de los presos ha servido para el trabajo de Xabier Mendiguren Elizegi, para la obra de Hasier Etxeberria. La actualidad política sirve de base para una novela del tiempo concreto. Lo que se dio en llamar “nuevo giro hacia el realismo” con la aparición de temas que tenían que ver con la actualidad política ocupó una parte importante de los primeros años 90.

La referencia a la historia es una clave en la última novela vasca. Se ha pretendido, con mayor a menor justeza, que ello se debía al hecho de que la historia servía para reforzar la memoria, para hablar de un tiempo –socialización del sufrimiento se le llamó también- en que debía mantenerse la narración de lo que había ocurrido, si ello no era, como afirma casi siempre Jon Juaristi, una mixtificación.

Hablar de historia en una sociedad polarizada como la vasca significa entrar de lleno en el debate sobre las opciones ideológicas de los escritores. Historia y novela se entremezclan de forma que la ideología se representa en las páginas de las nuevas novelas vascas. Quizás uno de los ejemplos más elaborados de relación entre los dos conceptos puede verse en la antología de la narrativa vasca preparada por José Luis Otamendi que se titula Desde aquí, donde en el prólogo se defiende una opción ideológica determinada.

Es cierto, sin embargo, que existe una nueva forma de ver la historia de las personas. Es la narrativa que se ha escrita desde el realismo sucio, paradigma estético que ha servido a gran parte de los escritores vascos. El ejemplo de Carver ha servido como elemento de creación para una gran parte de escritores vascos.


únicamente te pido que dejes más en orden
la casa
-el trabajo doméstico me obliga, me asquea-
y que otro mar turbulento te ausente rápido
pero sin desaparecerte,
porque sin ti no hay alegría,

tristeza pintora de las formas de mi luz:
sin ti este orden será punto, viejo ya tumor
de un nuevo y acipresado mar
hecho de tierra y oscuridad.

(continúa en el próximo número)